Ella no había dicho nada. Había aprendido hace mucho
tiempo a no decir nada. Aunque él sabía que le pasaba
algo. Siempre lo sabía, aunque ella no dijera nada. Lo leía
en sus ojos y en la fragilidad de su sonrisa fingida, sin
esa fuerza natural. Pasó desde el día que se conocieron,
de esa forma tan estúpida, en el bar... pero eso es otra
historia.
Este es el momento de hablar de ella, de por qué está tan
débil y anhedónica...
Da igual. No importa. Me divierte más hablar del día del bar, y a lo mejor a ella, que por aquel entonces gustaba de minifaldas muy cortas con mayas debajo para evitar los problemas más comunes de las faldas demasiado cortas... Aún así, la miraban igual. La verdad, le importaba un pijo. Hablaremos de ella otro día, ¿no? Recordemos cuando no le importaba salir de noche sola. Estaba cansada de sus amigas. "Yo no voy allí por que en ese garito la música es así como heavy..."..."Yo no puedo salir, tengo que estudiar y estudiar"... "¿Salir? Nooo, estoy cansada. Si acaso ir al cine, pero si es para ver Titanic que es preciosa..."
Se cansó.
Se cansó de tener que hacer instancias y mandarlas con un mínimo de un mes de antelación para quedar con sus amigas. Se cansó de hacer siempre lo que ellas querían. Se cansó de que siempre le dijeran "Uhh, que sexy que va ella..." con retintín.
Ella no se vestía "sexy". Vestía "como le gustaba".
Si para los demás era sexy, eso eran los demás, no ella.
Así que sin pensarlo se vistió con su conjunto favorito (esa falda negra de lunares blancos Pin Up con la camisita estrecha blanca y el maxi-cinturón rojo (uñas rojas, labios rojos, pestañas de muñeca) Perfecta para bailar, que es lo único que quería. Lo único que sus amigas parece que no querían y los hombres no entendían. Entró en uno de los bares donde siempre hay alguien a quien conoces. Y los había. Se tomó una copa, y alguien le saludó "¡Guau! ¡Estás muy sexy! Menudo modelito..." Los chicos le miraban de arriba abajo o al revés, y las chicas le decían "Hoy sales dispuesta a todo, ¿eh?" con guiño de ojo, o le miraban con cara de pocos amigos. En un segundo le habían invitado a una copa y se la sorteaban para bailar. Y luego otra copa, "¡Las princesas no pagan nada!"
Ella sólo bailaba, bailaba. Intentaba olvidar el baboserío de "amigos- moscón" y "moscones" no amigos que la rodeaban, y mientras bailaba, recordó una escena de baile con un desconocido que jamás olvidaría... Volvió a la realidad cuando el supuesto novio de una amiga se le acercaba avanzando el cuello recto, tratando de aferrarla por los brazos, y tan pronto soltarle un beso. Se quedó... ¿conmocionada? ¿Así eran todos? Era su amiga con la que estaba, y después del beso que ella no deseaba pero no pudo esquivar, el patético aquel le susurró cosas que ya le habían susurrado muchos. Irrisorio. Su "novia" no era sólo su amiga, sino su compañera de piso... ¿qué les pasa a los hombres?
"Estás borracho, Paco. Anda déjame y piensa en Iria."... "Iria no está aquí... estamos tú y yo"... "¡No tienes vergüenza, macho! ¿Crees que voy a irme contigo a ninguna parte?¿Vamos a mi casa, a ver si despertamos a Iria? Y mañana desayunamos los tres... Tu eres gilipollas, ni me toques... He dicho que no me toques. ¡Que no me toques!" --- empujón brusco y fuera. Fuera de ese tugurio lleno de "amigos".
Anduvo rápido al centro de la plaza donde algunos bebían y charlaban, fumaban. Todo aquello era penoso... En ese momento hizo lo mejor que podía hacer: pintarse los labios y reafirmar la raya de los ojos. Miró al rededor, y vio un bar pintado de negro con la puerta cerrada. Cuando la abrían sonaba rock, heavy, punk... Entró rápido en el bar, aliviada. La gente vestía mucho peor según las normas convencionales de la sociedad (estos no llevaban gomina y camisas de marca como los cerdos de hacía un momento) y se dijo "Menos mal, gente normal y a lo suyo". Vio un hueco al fondo y se sentó en la barra. Pidió una cerveza. Él rápidamente le llamó la atención. Estaba con unos tres amigos, hablaban fuerte, se movían aleatoriamente cómo... como si no importase. Como a ella le gustaba. No importaba. Sin embargo, ella rápidamente le llamó la atención.
"¡Hola! No parais, ¿eh?"- soltó ella al grupo levantando la birra a modo de saludo.
"¡Claro que no! Hay que pasarlo bien. ¿Y tú que haces sola, preciosa?"
"Tomarme una cerveza"
"Invito a la próxima. Soy Ivan, ese este es Mario y esos que están pegando botes, el Negro y Johny"
"Violeta"- dijo a la vez de un brindis.
Y hablaron y hablaron, se rieron, bailaron... Ella movió sus caderas y su falda como nunca.
No todos son iguales, pensó ella.
La diferencia puede estar entre una puerta y otra a doscientos metros.
Allí nadie le agobió, bailó toda la noche, se rió con desconocidos que se volverían más tarde en amigos, quedaron otro día "por aqui". Así, como si no importara. Pero a él le brillaban los ojos y la sonrisa, y no era por el alcohol. Se vieron. Muchas veces.
Ella no está tan triste. No ha dicho nada, pero esboza una
sonrisa. Tal vez recuerda lo que le gustaba bailar, tal vez
a aquel chico, que ahora tenía con ella, tal vez lo curioso
que es el mundo y lo bueno que es salir sola a veces.
Él sabía que seguía débil. También sabía que era mejor
haberle contado esta historia. Cómo se conocieron de esa
forma tan estúpida. Sorteando idioteces.
Otro día hablaremos de ella...
No hay comentarios:
Publicar un comentario