Me volvía tangencial según viniese la corriente, que refrescaba mis circunvoluciones cerebrales para airearme las ideas y maquinar nuevos planes.
Caminaba y las ideas me seguían, se iban uniendo y formaban un halo espeso y visible detrás de mi, encima de mi sombra, haciendo que esta fuese más violácea que la de los demás. Caminaba veloz y al llegar a casa vertía sobre el papel todo aquello que había atravesado mi pensamiento y se había hecho seguidor mío durante el paseo. Sentía calambres al vomitar todo aquello sobre el papel, y una satisfacción infinita.
Luego no lo leía, porque sonaba tan raro como oír graznar a un jilguero.
Me gustaba llenar carpetas y carpetas.
Siempre dibujo. Puedo ser tangencial, pero necesito el 2D para moverme como un ciego en Braille.
Incluso preferiría a veces que el mundo fuese bidimensional y bidireccional, para no perderme entre puedes, talveces y probablementes... para no perderme en la belleza infinita y profunda que me hace recordar que ya no soy.
Recordar cuando todo era.
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